Volver a

5 de Junio
A veces, el cuerpo habla bajito; otras veces, ¡grita! Muchas mujeres pasamos años conviviendo con un dolor menstrual tan fuerte que se vuelve parte del día a día, un dolor que pocas veces cuestionamos, creyendo que es lo común, lo normal… hasta que un día decidimos escucharnos y buscar respuestas.
La adenomiosis es una de esas condiciones ginecológicas que suelen esconderse entre diagnósticos tardíos, dudas y mitos; pero hablar claro y entender qué está pasando en nuestro útero puede ser el primer paso para aliviar el dolor, y el silencio.
La adenomiosis es una alteración del tejido del útero. Ocurre cuando el tejido que normalmente recubre el interior del útero (el endometrio) se infiltra hacia la capa muscular del útero (miometrio)... pero ¿por qué duele tanto? Esta infiltración causa en tu útero un engrosamiento, inflamación y molestias que, por supuesto, ¡duelen!
Aunque puede ser silenciosa, muchas veces viene acompañada de menstruaciones intensas y dolorosas que no deberían ser “normales”.
Cada cuerpo es un mundo, por eso la adenomiosis puede verse diferente de mujer a mujer y sus síntomas pueden variar; pero si hablamos de los más comunes, podríamos mencionar estos:
Dolor pélvico crónico, especialmente durante la menstruación
Sensación de presión en la zona baja del abdomen
Infertilidad o dificultad para concebir
A veces, los síntomas se confunden con otras condiciones como miomas o endometriosis… por eso, asistir a un especialista para tener un diagnóstico certero, ¡es clave!
Las causas exactas aún no se conocen del todo, pero ¡hay algunas teorías!:
Los desequilibrios hormonales son unas de las causas más mencionadas, porque pueden desregularnos.
Algunos microtraumas uterinos (como los que pueden darse en partos o legrados) también se relacionan con la aparición de la adenomiosis
Las predisposiciones genéticas siguen siendo algunas de las más renombradas cuando hablamos de adenomiosis.
Lo que sí se sabe es que está relacionada con niveles elevados de estrógenos y que suele presentarse más frecuentemente en mujeres entre los 35 y 50 años; así que, ¡presta atención y ve a tus chequeos médicos!
No hay una única prueba específica para detectarla, su diagnóstico consta de diferentes exámenes y, claro, de un seguimiento cercano para ver cómo se comporta nuestro cuerpo ante diferentes situaciones; pero el diagnóstico suele incluir:
Ecografía transvaginal: para observar el tamaño y el grosor del útero
Resonancia magnética: más precisa para ver el tejido infiltrado
Histopatología (análisis de tejido): en algunos casos se confirma solo tras una histerectomía
El diagnóstico puede ser complejo, pero insistir y consultar con un especialista en salud ginecológica siempre hace la diferencia; recuerda que cuando se trata de nuestro bienestar, ¡todo es válido!
¡Puede variar en cada una de nosotras! El tratamiento depende de la edad, los síntomas, el deseo de tener hijos y la seriedad de los síntomas; recuerda que tu realidad se puede ver muy diferente a la de alguien más. Presta atención a estas opciones de tratamiento y, un especialista te acompañará a elegir el más adecuado para ti:
Antiinflamatorios: para aliviar el dolor
Anticonceptivos hormonales: para reducir el sangrado y controlar los síntomas
DIU con levonorgestrel: muy útil en muchos casos
Ablación endometrial o embolización: procedimientos que reducen los síntomas
Histerectomía: en casos severos o cuando ya no se desea fertilidad
¡Todo en la vida lo tiene! Y, aunque no existe una cura definitiva sin cirugía, sí hay tratamientos que ayudan a mejorar los síntomas y a que tu calidad de vida se mantenga.
Por ejemplo, la histerectomía, que implica extraer el útero, suele ser una forma de erradicar completamente la adenomiosis… pero ¡no te preocupes! No siempre hay que recurrir a cirugía y, seguramente, esta no será la primera opción que tu médico te ofrezca.
Aunque el tratamiento médico es esencial, también hay formas de acompañar el proceso desde casa, con cariño y el cuidado especial que nos damos a cada una. Pon en práctica estos tips de autocuidado y descubre cómo mejoran los síntomas:
Aplica calor en el abdomen durante los cólicos
Evita alimentos inflamatorios
Realiza actividad física suave y regular
Buscar apoyo emocional y contención, porque el dolor constante también agota el alma
Y, por supuesto, recuerda que tu cuerpo te habla y te necesita… ¡no lo ignores! Siempre que lo creas necesario, busca ayuda.
Si tus menstruaciones son excesivamente dolorosas, si sangras mucho o si sientes que tu cuerpo cambió y algo no está bien, ¡consulta! El dolor menstrual no debería condicionar tu vida, por eso te invitamos a que, si afecta tus actividades diarias, ¡no lo normalices! Busca ayuda y recuerda que, muchas de nosotras estamos contigo.
¡Todas podemos ser propensas a padecerla! Pero hay algunos factores de riesgo que influyen mucho en su aparición, como:
Tener entre 35 y 50 años
Haber tenido embarazos previos
Haber sido sometida a cirugías uterinas (cesáreas, legrados)
Menstruaciones tempranas o muy largas
Si crees que lo que te está sucediendo puede ser adenomiosis, no dudes en ir a consulta con tu médico de confianza.
Es mejor conocerlas para evitarlas; pero ojos, que acá te las contemos no significa que sí o sí vas a experimentarlas.
Cuando no se trata, la adenomiosis puede afectar tu día a día: desde generar anemia por los sangrados, hasta impactar en la vida sexual, el ánimo y las ganas de moverse; incluso, en casos más severos, puede comprometer la fertilidad… por eso debes tratarla a tiempo.
Aunque no necesariamente impide el embarazo, ¡puede dificultarlo! La adenomiosis puede alterar el ambiente uterino, hacer más compleja la implantación del embrión o generar abortos espontáneos; ¡sabemos que suena muy poco esperanzador! pero no te preocupes, no es nada que no se pueda tratar; por eso, si estás buscando embarazo y tienes síntomas, es fundamental hablarlo con tu ginecóloga de confianza.
¡Por supuesto! La obesidad puede alterar los niveles hormonales, especialmente el estrógeno, que está relacionado con la adenomiosis. Mantener un peso saludable no es solo estética: es salud ginecológica.
¡Para nada! La adenomiosis no es una enfermedad cancerosa ni se transforma en cáncer; sin embargo, compartir síntomas con otras patologías hace que se requiera un buen diagnóstico.
¡Sí hay cierta predisposición genética! Si tu mamá o hermanas tuvieron adenomiosis, endometriosis o miomas, puede ser importante contarlo en tu historia clínica.
¡Son diferentes! Aunque pueden presentar síntomas similares, para nada se tratan de la misma afección. Conoce sus diferencias para que no te confundas:
Miomas: masas sólidas de tejido muscular que crecen dentro o fuera del útero
Adenomiosis: tejido endometrial que invade el músculo del útero
Ambas pueden coexistir, pero requieren tratamientos distintos.
¡Tampoco! En la endometriosis, el tejido endometrial crece fuera del útero, mientras que en la adenomiosis, lo hace dentro del músculo uterino. Ambas comparten síntomas y muchas veces van de la mano, y, aunque lo parezcan, ¡no son lo mismo!
Suele diagnosticarse entre los 35 y 50 años, aunque puede aparecer antes; e incluso, en algunos casos poco comunes, después. Muchas mujeres la descubren cuando los síntomas se hacen más notorios o al buscar embarazo.
Cuidar nuestro cuerpo también es aprender a escucharlo sin culpa ni vergüenza. La adenomiosis no es una palabra médica difícil de pronunciar: es una realidad que muchas de nosotras vivimos en silencio; pero, cuanto más hablamos de ella, más rápido llega el diagnóstico y el alivio.
Si sientes que algo no está bien con tu ciclo, tu cuerpo o tu energía, ¡no lo minimices! Tu dolor merece ser atendido, tu salud merece ser priorizada… y tú mereces sentirte bien.
https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/adenomyosis/symptoms-causes/syc-20369138
Hola , ¿puedo ayudarte?
Déjanos tus comentarios