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20 de Septiembre
Tener 13 años es toda una aventura, pero también representa grandes responsabilidades. Mi hermana, Sussana me dijo que estaba en edad en la que me llegaría la menstruación, tendría cambios físicos y lloraría por todo, incluso si veía a una mosca volar. Yo pensaba que lo último era totalmente ridículo, ¿Cómo podría un insecto hacerme llorar? Me resultaba poco probable que me pasara eso, ya que siempre he sido muy fuerte.
Esperé con todas mis ansias mi primera menstruación, decidí poner a prueba lo que me había comentado mi hermana y busqué por toda la casa alguna mosca que pudiera ayudarme. En voz alta dije: la encontré. La observé por largos minutos y no sucedió nada. Sabía que era un invento de Sussana, así que me fui a ver mi programa favorito.
Justo cuando pasaba una escena motivadora, que hacía alusión al valor de la amistad, sentía un nudo en la garganta y una lágrima que se desplazaba por mi mejilla. ¡Estaba llorando! ¡No lo podía creer! Mi hermano, Pablo, me vio y me preguntó por qué lloraba, si era algo divertido y solo lo miré asombrada.
Luego de un largo silencio, Sussana dijo una frase que me llamó la atención: - Es que está en sus días. Pablo trataba de reír discretamente, prometí no volver a mostrar un sentimiento así, por algo tan insignificante. Dos semanas después, encontré a mi madre secándose sus lágrimas mientras leía su libro favorito, entonces me acerco a ella y le pregunto si está en sus días. -Ay, mi querida hija - me dijo acariciándome la mejilla. - Yo ya no menstruo, ¿por qué lo preguntas? a lo que yo le dije - Es que estabas llorando, y Sussana me dijo que durante el periodo una mosca... -¿Una mosca nos haría llorar?- interrumpe mi madre. Nuestros sentimientos no están condicionados a la menstruación, recuerda siempre esto, expresar lo que sentimos nos hace libres. -¿Entonces si nos ponemos sensibles durante nuestro periodo?Sí, durante nuestro ciclo somos un poco más sensibles, pero imagina el día en que no lo seamos, ¡se habrá perdido todo! - me dijo con una sonrisa.
Puedo asegurar que desde ese momento entendí lo maravilloso que era poder decirlo todo, sin la necesidad de usar palabra alguna. Mi madre señala hacia la ventana, vi una pequeñita mancha negra, me acerqué más y noté que era una mosca, los rayos del sol reposaban sobre ella, revelaban reflejos verdes y morados. -¿Has pensado en el poco reconocimiento que tienen las moscas?- comentó mi madre.
Si ellas no existieran, tendríamos una cantidad enorme de desechos. Lo mismo pasa con el periodo, nos parece bastante molesto, pero es increíblemente necesario en nuestro cuerpo. Me alegré de poder presenciarla y lloré ¡pero de alegría! porque estaba feliz de verla volar. Además, de que millones de mujeres se acuerdan de ellas cada mes.
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