Durante mucho tiempo pensé que era normal tener un período doloroso, creía que era algo que simplemente todas aguantábamos. Para mí era normal faltar a clase por tener la menstruación (era buena estudiante así que nunca fue problema) y aunque amaba tener algunos días libres, no amaba para nada mi estado durante esos días, mi período era exageradamente abundante y tenía que levantarme varias veces en medio de la noche para cambiar mi toalla, los cólicos tampoco me permitían descansar muy bien y en el día las cosas no mejoraban, al despertarme me sentía muy débil, los cólicos eran tan fuertes que me daban mareos y ni siquiera me permitían tener una buena postura, todo el tiempo estaba encorvada y pálida por el dolor, me daban fuertes calores y mantenía con dolor de cabeza y nada de eso se calmaba con medicamentos. ¡¡Y así podía pasar 3 de los 7 días que duraba en mi menstruación!!

Luego, al planificar a los 19 años empecé a ver que estos síntomas disminuyeron increíblemente, pero aquí empezó otra historia, al planificar con inyección mensual empecé a tener un ciclo menstrual supremamente irregular a tal punto que no sabía a ciencia cierta cuándo podía llegar mi menstruación, me sentía completamente desconectada de mi cuerpo y mi relación del momento lo hacía todo más difícil, incluso me juzgaba por ese descontrol hormonal que yo estaba viviendo y en múltiples ocasiones mencionó que algo así no podía ser real. El tiempo pasó y ya que no tenía novio y tampoco quería tener pronto una relación duradera, tomé la decisión de dejar de planificar y al hacerlo, empecé a volver a tener un ciclo más regular y me sentía más conectada con mi cuerpo a tal punto que ahora entiendo mucho más cada etapa por la que paso y cómo reacciona mi cuerpo a esos cambios hormonales. Me tomó mucho tiempo poder llegar hasta este punto donde tengo una gran relación con mi período, donde sé que los tampones son el producto de mi vida y donde no veo la menstruación como un limitante.